Muchas veces
nos encontramos en una relación que nos parece maravillosa y nos
llena la vida de sentido.
Sin embargo
de pronto nos encontramos arrastrados a vivir conflictos gatillados por
pequeñas cosas de la vida cotidiana.
Ante
nosotros se abren las puertas del inframundo y estas crisis nos llevan a
revivir nuestros miedos, dudas e inseguridades más profundos. El mundo como lo
conocemos cambia y de un colorido paraíso nos encontramos en la desolación de
las semi-sombras.
¿Se ha acabado el amor? ¿Estuvimos alguna vez realmente enamorados?
¿Tiene sentido estar en pareja? ¿Por qué cambió tanto?
Por qué se aísla y se aleja de mi?¿Ya no me ama? ¿Dejé de
gustarle? ¿Vale la pena seguir invirtiendo en la relación? ¿Vale la pena
esperar?
La luz que nos guía hacia la salida se encuentra en nuestro interior.
Para
descubrirla, es importante que nos responsabilicemos de nuestro cuerpo, de
nuestro lenguaje, de cómo percibimos y cómo nos comunicamos.
Si logramos
encender esta luz en nosotros, seremos capaces de encender la misma llama en el
otro, para sincrónica y mágicamente salir de este enfrentamiento continuo
e inconsciente de polaridades sin sentido, la cual se transformará en la
danza de dos corazones unidos por la misma melodía.
Lo
primero que debemos comprender para llevar a cabo esta tarea es que
hombres y mujeres somos esencial y radicalmente diferentes.
Eso
significa que nuestras diferencias van mucho mas allá del cliché sociocultural,
sino que radica en que percibimos la realidad en forma diferente.
Por ejemplo,
la base neurológica evolutiva de nuestra especie ha diseñado estos modos
distintos pero complementarios de la percepción de la realidad.
La forma en
que hombres y mujeres respondemos ante situaciones de estrés es totalmente
diferente , ya que el significado de lo que sentimos “peligroso” varía para
cada sexo. Esto ha generado una diferencia orgánica inclusive en las hormonas,
neurotransmisores, vías neurológicas, atención y conducta.
Nos hemos
especializado, pero hemos perdido la consciencia de esta especialización.
Esto se
traduce en la actualidad en que el hombre tiene una necesidad de competencia, status,
jerarquía y lograr el establecimiento de su propio imperio.
Entonces, el
temor primordial del hombre es el fracaso y la falta de recursos para conseguir
estos objetivos.